Los malos hábitos alimenticios, sedentarismo y los excesos ponen en riesgo al corazón, uno de los órganos más importantes. Descubra aquí cómo protegerlo para tener una buena calidad de vida.
Nuestro corazón
Es el músculo capaz de desplegar un poder increíble desde mucho antes de que nazcamos. Es la bomba más eficiente creada por la naturaleza y no se detiene por ningún motivo mientras existimos. De su buen desempeño depende la calidad de nuestra vida. Sus mecanismos de regulación y de funcionamiento son varios y todos muy delicados, por lo que cuidar de ellos asegura el que la sangre fluya por los vasos sanguíneos, llenándonos de vigor, oxígeno y energía.
Por fortuna, cuidar de su corazón depende en gran medida de usted, así que, si no lo ha hecho, es momento de tomar el control para que pueda mantenerlo sano por más tiempo.
Lo que se debe evitar
Los factores determinantes para mantener a su corazón en forma y salvaguardarlo de sus enemigos más comunes, son los siguientes:
El sobrepeso como factor de riesgo en la salud del corazón
Aunque suene a ficción, por cada kilo de grasa corporal extra, el organismo requiere hasta un kilómetro de pequeños vasos capilares para irrigar ese volumen físico nuevo que hemos adquirido.
Esto significa que nuestro corazón debe ejercer un gasto excesivo y un esfuerzo enorme e inútil en cada pulsación. Tener sobrepeso no sólo trae mayor carga de trabajo al corazón, sino que además entorpece y dificulta los ajustes que realiza a cada momento en su ritmo y en la fuerza de contracción para mantener la correcta difusión de la sangre. El corazón se fuerza mucho más cada vez que cambiamos de postura, hacemos ejerció o sorpresivamente, mientras dormimos.
El aumento de grasa en el tórax es una barrera que el corazón se ve obligado a vencer cada vez que se expande, con el fin de llenar sus cavidades, antes de poder bombearlas hacia la arteria aorta y de allí a todo nuestro organismo.
Esto sin tomar en cuenta la compresión que también sufren los pulmones, lo cual disminuye el aporte de aire (oxígeno) indispensable; razón por la cual nuevamente nuestra súper bomba tiene que compensarlo con más y más trabajo. Por donde se vea, tener encima unos kilos de más a nuestra altura y edad le coloca en serias dificultades porque ello sobrecarga a nuestro corazón y como resultado, poco a poco, mina su potencial y su tiempo de vida útil.
La hipertensión
Es sin duda el enemigo más temible que debemos enfrentar para que el corazón se mantenga sano y sin contratiempos. Basta decir que en el mundo la primera causa de cardiopatía (enfermedad del corazón) es el aumento de la presión arterial.
Para que se comprenda mejor de lo que se trata, imagine que debe empujar un objeto a través de una puerta. Si es así, debe realizar un esfuerzo, pero si además la puerta se estrecha entonces será necesario que ejerza mucha presión; lo cual hace que el mismo esfuerzo se multiplique de forma considerable.
Esto es, de forma esquemática, lo que la hipertensión arterial produce: una necesidad de mucho más trabajo del normal para llevar a cabo la función de bombeo. Como es lógico suponer, para dicho trabajo nuestro corazón tendrá que tomar una forma física diferente. Para empezar, crece para aumentar la masa que empuja, pero eso es sólo el principio; después la sobrecarga lo fatiga y entonces se extiende, dilatándose sin fuerza, como todo músculo vencido que ha perdido su poder.
Cuando un corazón aumenta de volumen, la delicada red que lleva el impulso eléctrico y lo hace latir de forma rítmica y armónica, comienza a fallar, ya que ahora la misma carga de electricidad tendrá que viajar a mayor distancia. Esto produce problemas como dobles palpitaciones (extra – sístoles) o pérdida del control de la frecuencia (arritmia).
Mucha atención al corazón en este padecimiento
No exageramos cuando decimos que se trata de un mal terrible que se debe combatir a toda costa cuando se presenta. Ya que no sólo daña nuestro corazón sino a muchos otros órganos vitales como los riñones y las retinas, entre otros.
Por ello, una vez que se han alcanzado los treinta años, es indispensable revisar periódicamente que la presión arterial se mantenga en cifras normales; notándose la primera variación que aparezca o se sostenga por más de una semana, hay que acudir al médico para que la controle.
La presión sanguínea varía de una persona a otra, incluso es una en las piernas y otra en los brazos. Así que, por razones de conveniencia, la presión ha de medirse en una de las grandes arterias del brazo.
La revisión periódica de la presión arterial no es sólo para personas de edad avanzada, obesas o que experimentan cotidianamente muchos momentos de estrés. Es algo que todos debemos vigilar pues también se presenta como un mal heredado, así que es vital detectar y medicarlo a tiempo.
Los lípidos
Las grasas (también conocidas como lípidos) viajan normalmente en forma de pequeñísimas gotas dentro del torrente circulatorio sin causar el menor problema. Pero cuando estos diminutos pasajeros son terriblemente numerosos, suelen ser el origen de enfermedades graves de muchos órganos y por supuesto, del corazón.
El músculo cardíaco, el cual funciona a diferentes ritmos y con distintas cargas de trabajo durante el día, necesita oxígeno y nutrientes en cantidad importante para llevar a cabo su función. Por ello el corazón se irriga a sí mismo, es decir, envía sangre por vasos que salen prácticamente de él.
Cuando los niveles de lípidos que hay en su torrente sanguíneo se elevan más allá de lo normal, se presentan serios estragos. Al principio, el exceso de lípidos empieza a depositarse en la pared de los vasos sanguíneos. Si no haces nada por tratar de disminuir el nivel de grasa, poco a poco, se comienzan a formar aglomeraciones de sustancias y células, para finalmente convertirse en las llamadas “placas” de ateroma.
Estas placas, paulatinamente obstruyen la circulación de la sangre, lo cual provoca que el músculo cardiaco comience a resentir la falta del aporte de nutrientes y oxígeno que requiere para funcionar bien.
Las grasas vs el corazón
Las grasas en la sangre se elevan por varios factores. La nutrición es uno de los más importantes, pero no el único. Después de los cuarenta años la producción de hormonas disminuye y la acumulación de lípidos –que son la base para formarlas- , se hace cada vez más grande.
Es decir, que como bajan sus niveles hormonales, su cuerpo necesita menos grasa y deja de quemarla. Con esto podemos dar a entender lo difícil que se hace bajar de peso de manera espontánea luego de esta edad. Por eso a partir de ese momento es básico y necesario disminuir la ingesta de lípidos (bajar el consumo de grasas).
La clave de un corazón sano es el reducir bajo control médico (cardiólogo y nutriólogo), el consumo de grasas.