Las erupciones cutáneas son muy comunes en la infancia, por eso muchos padres se preguntan si deben preocuparse o si se trata de alguna intoxicación temporal a tratar sobre la piel y desde dentro.
Presentamos algunas orientaciones para saber de qué se trata, pero siempre recuerde que, ante cualquier enfermedad, hay que llevar al niño al pediatra.
Sobre las enfermedades de la piel
Los exantemas cutáneos son erupciones que brotan súbitamente por todo el cuerpo. Los médicos los consideran lesiones de varios tipos: máculas, pápulas, vesículas, pústulas, petequias, etc. cada una tiene un origen y un tratamiento distinto, por eso es importante llevar al niño al doctor.
En el pediatra
Para valorar las lesiones en la piel del pequeño es necesario que el médico trate de ubicar las causas del brote. Les preguntará si el niño ha tenido contacto con enfermos, con agentes que originan alergias, medicamentos, picaduras de insectos, etc.
También tomará en cuenta la historia de sus padecimientos anteriores importantes tales como cardiopatías, inmunodeficiencias o tratamientos clínicos. El médico le pedirá no sólo que informe sobre la aparición de las ronchas sino también de síntomas como fiebre, prurito o comezón, inflamación de los ganglios linfáticos (adenopatías), edema de las articulaciones o rigidez en cuello y espalda, entre otras molestias.
¿Qué enfermedad de la piel puede tener el infante?
Hay muchas enfermedades de la piel que tienen síntomas parecidos, sin embargo, en la mayoría se trata de padecimientos benignos. A pesar de eso, deben ser atendidos por el médico.
Dentro de las enfermedades más frecuentes que incluyen erupciones cutáneas, podemos incluir las siguientes:
Dermatosis neonatal transitoria
Es una erupción que se presenta en los primeros días o semanas de vida en muchísimos bebés. Inicia con la aparición de pequeñas “ronchas” de 1 a 3mm de diámetro que tienen una mancha o halo rojizo que se va extendiendo y que suele unirse para formar pápulas grandes.
Dichas erupciones aparecen en el tronco, pero no brotan en las palmas de las manos ni en las plantas de los pies. Su evolución es benigna y sólo se requiere tratamiento de los síntomas.
Escarlatina
Este padecimiento de la piel se caracteriza por la aparición de manchas pequeñas de color rojo en el cuello y pliegues de la piel, así como de fiebre, adenopatías y amigdalitis. El cuadro puede tener otros signos, dependiendo de su gravedad.
Este es un problema de hemólisis (destrucción de los glóbulos rojos de la sangre), producida por la bacteria estreptococo betahemolítico tipo A. su tratamiento es a base de antibióticos.
Varicela, la piel de gallina
Es producida por el virus VVZ (varicela zóster). Inicia (a los dos o tres días del contagio) como una gripe leve que dura dos días aproximadamente, antes de que aparezcan las ronchas.
Esta erupción se caracteriza por pápulas que pasan de vesículas (pequeñas bolsas de líquido) a costras. Provoca mucha comezón, por lo que es fundamental evitar que el niño se rasque para que no le queden cicatrices.
La varicela inicia en la piel de la cara y del cuero cabelludo y se extiende hasta el interior de la boca y otras mucosas. El niño presentará fiebre, adenopatías y malestar generalizado.
Se cura en una o dos semanas, pero conlleva el riesgo de complicaciones si no se guarda el reposo debido. Aunque dichas complicaciones son bastante raras, es fundamental que el pediatra supervise la evolución del niño o niña hasta su curación total.
Sarampión
Es una enfermedad causada por un virus. Produce una erupción nítida de color rojo muy característico, lo que contribuye al diagnóstico. Los signos se presentan entre 8 y 12 días después de haber sido expuesto al contagio.
El paciente es contagioso desde dos días antes de aparecer los síntomas de la enfermedad y de tres a cinco días después de haber aparecido la erupción. Por ende, es un problema casi que inevitable por ser un foco de infección antes de saber que está enfermo.
Durante la primera fase los síntomas asemejan a los de una infección tipo respiratorio: tos seca, enrojecimiento y dolor de garganta, hipersensibilidad a la luz y fiebre. Dos días antes de la erupción aparecen pequeños puntos blancos en el interior de la boca, signo característico de la enfermedad.
La erupción comienza en la cara y paulatinamente se extiende a la piel del tronco y a los brazos. Es plana y formada primero por pequeños puntos, los cuales van uniéndose hasta dejar una coloración roja en la piel que desaparece al cabo de tres o cuatro días, dejando una coloración marrón.
En la actualidad el sarampión no es común porque las autoridades sanitarias de cada país han buscado erradicarlas con la vacunación idónea en recién nacidos. El sarampión y la varicela en los adultos puede llegar a ser letal, por eso es indispensable buscar todas las maneras de erradicar al primero y que a todos nos dé de pequeños el segundo, ya que para esta no existe antídoto.
Rubéola, la piel con el llamado “sarampión alemán”
Es producida por una infección viral. Si bien es menos contagiosa que el sarampión común y muchos niños no llegan a padecerla, sus consecuencias pueden llegar a ser graves, especialmente si la contraen las mujeres embarazadas.
La rubéola suele ser estacional, esto es que tiene mayor incidencia en los meses de primavera y su forma más epidémica pasa intervalos irregulares de 6 hasta 9 años. Al igual que el sarampión y la varicela, un ataque de rubéola inmuniza al paciente de por vida.
Esta enfermedad produce una sensación de malestar general, dolor en las articulaciones e inflamación de los ganglios linfáticos; seguida de la aparición del exantema rosáceo que inicia en cabeza y cara y que desciende paulatinamente a los pies; es más intenso en la piel del abdomen y tronco.
Las ronchas no producen picazón y suelen desaparecer al cabo de una semana. Su mecanismo de contagio es a través de las secreciones que viajan en estornudos, saliva o el contacto con superficies contaminadas por el virus.
La probabilidad de contagio en una persona que convive con un paciente infectado es del 90% y esta a su vez es capaz de infectar a otras dos días antes de la aparición del cuadro clínico y hasta tres o cuatro después de borrarse todo síntoma o signo.
En los niños, la rubéola no es algo serio. En cambio, en los adulto este mal es de cuidado ya que se presentan complicaciones como encefalitis o neumonía, incluso puede ocasionar males de la vista o sordera.
Las mujeres en gestación tienen en la rubéola un mal de la piel muy serio pues si se adquiere en las semanas 8 y 10 del embarazo hay riesgo de aborto, malformaciones graves congénitas y otros problemas como el síndrome de rubéola congénito, lo cual incluye: bajo peso al nacer, neumonías, diarreas o meningitis.
Esta es la razón por la cual los especialistas recomiendan que las mujeres jóvenes que no padecieron la enfermedad en la niñez acudan a vacunarse, incluso si aún no planean embarazarse.