El virus del papiloma humano es uno de los más comunes en las personas sexualmente activas. Pero es bueno mantenerse alerta, porque muchas veces la infección pasa desapercibida. En otros, sin embargo, es posible identificar los síntomas del VPH a través de algunos signos visibles a simple vista, como la aparición de verrugas o la presencia de picor e irritación en la piel.
Hay unos 200 tipos diferentes de virus. De ellos, ya se han identificado 150 y unos 40 corren el riesgo de infectar las regiones genital y anal. Los tipos que tienen potencial para causar cáncer de cuello uterino son el 14, y la mayoría de los tumores causados por el VPH son los tipos 16 y 18.
La forma más común de transmisión se produce a través de las relaciones sexuales sin protección. Muchos hombres son portadores del virus y, por falta de información, lo transmiten a la mujer, que suele ser más susceptible a los efectos del virus.
¿Cuáles son los síntomas del VPH?
Los síntomas del VPH no siempre son perceptibles. Imagínese: entre el 80 y el 90% de la población ha tenido contacto con el virus del VPH al menos una vez en su vida, pero el 90% de las veces el organismo se encarga de eliminarlo antes de mostrar ningún síntoma.
Ya en los casos más graves, en los que el paciente está con el sistema inmunitario debilitado, pueden aparecer verrugas genitales o del pene, los llamados gallitos. La infección provoca la aparición de verrugas, llamadas condilomas, en las regiones anogenitales y puede ocurrir tanto en mujeres como en hombres.
Aunque suele ser asintomática, el paciente puede experimentar picor e irritación local, principalmente en la fase inicial de la infección. La presencia del VPH durante largos años también se asocia a la aparición de cáncer, principalmente en el cuello del útero.
¿Y la transmisión?
La transmisión del virus del papiloma humano se produce, principalmente, a través de las relaciones sexuales sin protección.
El VPH se transmite por contacto piel con piel, por lo que puede considerarse una infección de transmisión sexual. Hay otras formas de transmisión más difíciles, como compartir la ropa interior o las toallas y, por último, la transmisión vertical durante el parto.
Al igual que ocurre con otras infecciones de transmisión sexual (ITS), el virus puede permanecer alojado en el cuerpo incluso después del tratamiento.
El objetivo principal del tratamiento de las verrugas genitales y anales causadas por el VPH es la eliminación de las lesiones clínicas. Sin embargo, ninguna evidencia indica que los tratamientos disponibles erradiquen o afecten la historia natural de la infección por el VPH, es decir, incluso con la eliminación de las lesiones, el virus permanece en el cuerpo del individuo.
¿Cómo detectar el VPH?
La forma más habitual de detectar el VPH en las mujeres es mediante la realización de la citología anual. En los casos de lesiones causadas por el virus, se puede solicitar una colposcopia o vulvoscopia. El tratamiento puede realizarse con coagulación o cauterización, dependiendo del nivel del virus.
En el caso de los hombres, es necesario un examen para asegurarse de que no hay verrugas en el glande (la cabeza del pene) o en el ano. A la primera señal de cambio, se debe consultar a un médico. Normalmente, la peniscopia está indicada para diagnosticar el VPH en los hombres.
Tratamientos contra el VPH
Si la infección por el virus del VPH evoluciona, puede ser necesario realizar una intervención quirúrgica. Todo depende del grado, la extensión y la localización de las lesiones causadas por el virus. Normalmente, tras la colposcopia, se puede solicitar una coagulación, cauterización o incluso una cirugía convencional para recuperar la zona afectada.
El tratamiento del VPH también varía según el tipo de virus que se aloje en el cuerpo del paciente. “Cuando la lesión es externa y en poca cantidad, el tratamiento puede hacerse con cremas o ácidos. En el caso de lesiones más extensas, se pueden eliminar mediante cauterización con láser, ácidos o radiofrecuencia.
Recordando que lo ideal es que la pareja sexual también haga el tratamiento para evitar posibles complicaciones de la infección y además no volver a transmitirla.
El tratamiento debe seguirse al pie de la letra. La ausencia de un seguimiento anual, en el que se realicen pruebas serológicas completas, citologías y ecografías, puede conducir a un diagnóstico tardío para las mujeres.
En un descuido se pueden desarrollar verrugas genitales y cáncer de cuello de útero, que es el tercer tumor más frecuente en la población femenina, sólo por detrás del cáncer de mama y el colorrectal. En los hombres, el VPH no tratado puede causar cáncer de pene y también verrugas genitales.