Si su hijo o hija adolescente está irritable, deprimida, rebelde, ansiosa o asocial puede ser la pubertad o tal vez ustedes padres ignoran que ese adolescente puede ser víctima del trastorno de ansiedad.
Las enfermedades psiquiátricas como la ciclotimia, la anorexia, la bulimia, la depresión y el trastorno de ansiedad, entre otras, afectan a más personas de las que se creen. Los síntomas se confunden con mala conducta, por eso es difícil que los padres se den cuenta a tiempo que su hijo tiene un problema. Conforme su hijo crece sin atención profesional, los problemas se agudizan, lo cual genera serios conflictos familiares.
¿Qué es el trastorno de ansiedad?
El trastorno de ansiedad tiene que ver con una ansiedad elevada que se puede presentar con miedos elevados e irracionales o preocupaciones excesivas. Esto puede generar síntomas como: dolor de cabeza, taquicardia, falta de aire, mareos o dolor de estómago. Mucha gente le llama “nervios” a la ansiedad.
Es frecuente que la ansiedad se presente en la infancia. Esto hace que sea una enfermedad crónica que, si no se trata adecuadamente, puede continuar hasta la edad adulta. Se da mayormente en los varones cuando son pequeños, pero al llegar a la adolescencia se presenta por igual en hombres que en mujeres.
En la adultez, las más afectadas por el trastorno de ansiedad son las mujeres.
¿Cuáles son las causas?
Estas dependen de muchas cosas. Hay gente predispuesta al trastorno de ansiedad por lo que su sistema nervioso reacciona de una manera más sensible a las situaciones duras de la vida.
En las personas que no son sensibles, es posible que la enfermedad se detone debido a un problema estresante como la `pérdida de algún familiar o alguna situación que ponga en riesgo su vida. Además, el trastorno de ansiedad es hereditario, es decir, que sí uno de los padres lo padece, quizá uno de sus hijos nazca con predisposición genética.
Importancia de tratar el trastorno de ansiedad
Es importante que el paciente reciba tratamiento porque los grados muy elevados de ansiedad pueden orillarlo a suicidarse. Por lo general hay varios intentos previos y si los padres no corren a buscar ayuda profesional, el chico logrará su pecaminoso cometido tarde o temprano.
Lamentablemente, los padres no se dan cuenta de la magnitud del problema hasta que esto sucede, lo cual deja a la familia deshecha por el dolor, la culpa y el remordimiento por no haber tratado de ayudar psicológica y psiquiátricamente a su hijo o hija al no creer que eso sea factible y realmente estaba ocurriendo.
El psiquiatra tomado como un “loquero”
La sociedad tiende a ser muy ignorante e incomprensiva con los problemas psiquiátricos. Pocos saben que el trastorno de ansiedad es una enfermedad como la diabetes, que requiere de la supervisión de un médico especializado y de medicamentos adecuados.
Si a esto sumamos la fama de “loqueros” que les ha dado el cine, teatro, la televisión y ahora las redes sociales a los psiquiatras, entenderemos porqué los padres se niegan a buscar ayuda. A nadie le da vergüenza padecer diabetes; tener una enfermedad mental tampoco debe ser motivo de pena, en especial cuando esta es tratable y controlable para llevar una vida digna.
Es más que a diferencia de la diabetes, el trastorno de ansiedad sí tiene cura; entre más pronto reciba tratamiento su hijo o hija, más pronto podrá llevar la vida plena que le hemos citado antes y que le permitirá disfrutar de su adolescencia y esclarecer su porvenir, sin miedos ni debilidades.
Los síntomas del trastorno de ansiedad
Todos experimentamos ansiedad porque es una conducta natural que nos pone alerta cuando estamos en una situación amenazante. Sin embargo, cuando la persona no logra controlarla, estamos frente a un problema.
Si observa en su hijo una o varias de las conductas que se mencionan a continuación, quizá debe plantearse la necesidad de que lo revise, en principio un psicólogo, para hacer el proceso un poco más gradual y menos traumático y luego un psiquiatra (si es mayor de edad) o un paidosiquiatra (si tiene menos de 18 años).
- Presenta ansiedad descontrolada que no se le quita con el paso de los días.
- Tiene bajo rendimiento escolar porque no se puede concentrar.
- Se niega a salir a la calle porque tiene mucho miedo.
- Presenta malestares estomacales aun manteniendo una dieta controlada.
- Dolor de cabeza perenne o migraña.
- Nauseas ante cualquier estímulo, sea de aroma, situaciones e incluso, sonidos.
Cómo notar que su hijo puede estar sufriendo de trastorno de ansiedad
Ciertas conductas pueden llevarle a sospechar que algo pasa. Y para cotejarlas entre una fase de adolescente, un tiempo de rebeldía o un problema como el que nos atañe, usted debe prestar atención y observar si su hija o hijo:
- Descuida de pronto sus estudios, con beligerancia, pero sin desfachatez, sino más bien una fuerte melancolía de un fatalismo que ya ha dado por hecho (como ocurre en los EMO).
- Se aísla sin haber ocurrido algo y sí se le consulta si saber el motivo, lo desconoce o no lo comprende.
- Come mucho y con desesperación o, por el contrario, muy poco y se dice estar lleno.
- No tiene sueño y dese estar en vela viendo a la nada o por el contrario duerme mucho y se siente triste por tener que despertar y vivir las cosas que, al estar despierto, debe vivir.
- Quiere estar todo el día en la calle, viendo la nada, casi catatónico, sin importar el clima ni dónde camina de manera errática o dónde se siente y con quien esté.
En pocas palabras, si nota que va de un extremo al otro en lo que debería considerarse normal, adecuado, sano y social, es preciso el que usted busque pronta ayuda.
Mitos sobre los medicamentos psiquiátricos
Mucha gente cree que estos fármacos crean adicción. A eso hay que sumarle el bienintencionado (pero a su vez muestra de ignorancia) consejo de la comadre, la amiga, el familiar que le dicen a los padres “que no le metan esas cosas” a su hijo.
Es curioso: Nadie le dice a un paciente hipertenso que no tome sus medicamentos, pero como el trastorno de ansiedad es invisible a simple vista, cuesta verlo como una enfermedad.
Señoras y señores, reiteramos: el trastorno de ansiedad SÍ ES UNA ENFERMEDAD y como tal, el paciente requiere de medicamentos para curarse.
Hoy en día existen medicamentos muy seguros que no causan adicción y tienen muy bajo efecto colateral en los órganos, así que su trabajo va en mayor efectividad en contra de la ansiedad y sin dejar secuelas de otras patologías, otorgándole al paciente una muy buena calidad de vida.
Medicamentos más comunes para tratar el trastorno de ansiedad
Inhibidores selectivos de recaptación de serotonina específica
Son medicamentos de segunda generación que tienen un diseño más específico para actuar mejor en el sistema nervioso central. Ayudan a equilibrar los neurotransmisores del cerebro, lo cual estabiliza al estado de ánimo de las personas. Tienen muy pocos efectos secundarios pero estos son pasajeros, por eso es necesario estar en estrecha comunicación con el médico para que él regule las dosis hasta encontrar la adecuada para el paciente.
Benzodiasepinas o ansiolíticos
Quitan la ansiedad rápidamente, pero se usan sólo al principio del tratamiento para ayudar al paciente. La supervisión médica debe ser aún más estricta porque pueden causar habituación psicológica (que no es lo mismo que adicción) lo que es decir, que la persona puede creer que sólo está bien mientras los toma.
Hay que ser puntuales y constantes pues los medicamentos tardan de tres a cuatro semanas en actuar porque es difícil llegar al cerebro. Por eso es común que al no ver una mejoría aparente en los primeros días, sea el paciente o sus padres, digan que la medicina “no sirve”.
La enfermedad puede ser curable pero los tratamientos son largos; además para que sean exitosos es importantísimo que la persona reciba terapia psiquiátrica, medicamento y terapia psicológica, todo al mismo tiempo. Y ofrecerle esparcimiento familiar sin presiones n falsas poses, todo lo más natural para irse a ello acoplando y enfrentar las cosas desde su propia esencia y personalidad, acrecentando su seguridad, excelsa manera de enfrentar al trastorno de ansiedad.
La terapia psicológica
Los conflictos de los adolescentes se presentan en esta etapa porque entran en crisis con su cuerpo de adulto y su mente que aún es infantil. Además, los jóvenes prefieren a sus amistades y esto les lleva a perderse en sus emociones y lamentablemente a experimentar sea con alcohol, sexo temprano, vagancia o drogas, salvo que ya hayan adquirido hábitos de creación y fortaleza actitudinal que brindan las artes, ciencias y deportes en la niñez, entre otras maneras de expresar creatividad y drenar energías.
Por otra parte, el entorno familiar tiene mucho que ver con la enfermedad del trastorno de ansiedad, ese se llama alexitimia y consiste en dejar se sentir.
Esto sucede cuando en la familia nadie dice lo que le pasa ni cómo se siente y más bien todos están sujetos al autoritarismo del padre y/o la madre. Esto es típico en los hogares violentos, donde hay problemas de alcoholismo o drogadicción o en los que comunicarse les da tedio, prefiriendo mejor aparentar o delegar el problema a maestros, otros familiares o a ver qué hacen son sus cuitas internas.
La hospitalización: a donde no se quiere llegar para tratar el trastorno de ansiedad
A veces a pesar de los esfuerzos conjuntos del psiquiatra, psicólogo, medicamento y familiares, el paciente no mejora y se daña físicamente o trata de suicidarse. Cuando esto sucede, el profesional aconseja internarlo de urgencia en un hospital psiquiátrico.
Si la gente de costumbre le teme al psiquiatra, la sola idea del hospital le produce verdadero terror porque imagina que es un sitio donde todos usan camisa de fuerza y deambulan de aquí para allá.
La verdad es que el hospital psiquiátrico se trata de un lugar en donde el adolescente recibe terapia y comprensión a cada hora, donde se le crea un sistema para que tome sus medicamentos de manera diligente, puntualmente y a la par va recibiendo las indicaciones y límites que le permiten incorporarse a una rutina.
Dichos centros, amoldados a la edad de la persona brindan el apoyo que necesitan los pacientes con trastorno de ansiedad en un ambiente protegido y lleno de reglas que, para sorpresa de todos, les ayuda a encontrar y acrecentar la paz interior y con el resto de las personas.
No hay nada que perder y sí mucho qué ganar; el hospital no sólo brinda el servicio de internado, sino que también ofrece terapias psiquiátricas y psicológicas externas.
La falta de dinero no es pretexto para atender a sus hijos, existen centros solidarios o subvencionados por los gobiernos centrales a través de los ministerios de salud. No permita que el desconocimiento o excusas pueriles le cohíban de buscar ayuda para un ser querido, porque las consecuencias podrían pesar en su mala decisión y perseguirle de por vida, por algo que pudo hacer con tan sólo averiguar en Internet o con su médico más cercano.
Ya que ha leído este artículo, estamos seguros de que está bien centrado y psicofísicamente preparado para dar los pasos necesarios por la recuperación de su hijo o hija, la que de todo corazón y conciencia de factibilidad, usted desea.
Cómo ayudar a su hijo o hija de la mejor forma
La mejor manera de ayudar a su hijo o hija es poniéndole límites desde pequeño/a y esto es aún más urgente cuando se presentan los síntomas del trastorno de ansiedad.
Los límites bien aprendidos le marcan al adolescente lo que puede y no puede, lo que debe y no debe hacer. Que los padres pongan límites ayuda mucho a su hijo, porque es una manera estoica de expresar afecto, aunque éste a su edad no lo comprenda.
Los padres necesitan tener las herramientas adecuadas para decir y sustentar los “NO”, sin que sean meramente autoritarios y mucho menos por la fuerza. Ganarles en el terreno de la razón es enseñarles a desenvolverse mejor y saber afrontar las debacles desde su propia mente y corazón, que están fortalecidos por la experiencia y la buena educación brindada por quienes más los quieren y de manera sutil están formando sus estructuras psicofísicas y morales: sus padres.
Nunca es tarde para poner límites. Pero sí va a ser más difícil cuando el niño sea adolescente y por naturaleza, se despierte su rebeldía en pro de su personalidad y evolución, la cual no le debe agarrar de manera forzada y hacerle sucumbir en cosas malas externas y menos las internas como el trastorno de ansiedad.
Otra buena noticia es que puede buscar asesoría de un terapeuta o psicopedagogo que le ayude a poner límites respetuosamente, además de figuras de autoridad y enseñanzas como los mánager, entrenadores, profesoras de ballet o arte o música, Sensei, entre otros de distintas disciplinas y con mucho qué enseñar para bien aprender a crecer en armonía física, sentimental y espiritual.